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Mujer, ¿quién te exige que seas perfecta?

Terribles jaquecas, depresiones y continuas crisis de ansiedad. Esas son las consecuencias de un empeño inútil, el de ser mujeres perfectas y tener contento a todo el mundo. Es lo que algunos llaman ‘el síndrome de Barbie’: llevar una vida basada en el éxito a todos los niveles.


La obsesión por ser mujeres perfectas o el síndrome de Barbie

La obsesión por ser una mujer perfecta o el estúpido 'síndrome de Barbie'

Tú no eres tonta. Sabes que eso de convertirte en la mujer perfecta es una quimera, un imposible. 

Sabes que las mujeres perfectas no existen, ni la superwoman tampoco. Sabes que es un mito, que ni siquiera existe la conciliación entre la vida laboral y familiar, por más sacrificios que hagas. Y sin embargo, ahí estás, haciendo cuanto puedes por cumplir con lo que ese ente abstracto al que llamamos sociedad te exige. Empeñada en ser moderna, sin abandonar el papel femenino tradicional. 

Constantemente nos bombardean con mensajes que nos recuerdan lo imperfectas que somos.

No tengo suficiente espacio en este sitio (dudo que siquiera las haya en un libro) para exponer todo lo que nos piden a las mujeres para que nos puedan considerar una ‘mujer completa’: que seamos bellas, delgadas, siempre jóvenes, con clase, profesionales altamente cualificadas, honradas esposas, seductoras amantes de nuestros maridos, amorosas mamás de nuestros niños y conocedoras de las últimas teorías sobre psicopedagogía, buenas hijas, ¡excelentes nueras!, eficientes empleadas en la empresa (sin atrevernos a cobrar más que la pareja, no vaya a ser que le siente mal) y en el hogar (para ti es el lugar donde realizas la segunda jornada laboral, para él es el reposo del guerrero), sensibles ante los problemas de nuestros chicos, y que no se nos ocurra ponernos histéricas con los nuestros. 

Me callo, no vaya a ser que me dé otra vez el bajón anímico. 

Fotografía de Andrew Yee

¿No crees que existen fórmulas más relajadas de afrontar la vida? 

¿Cómo vamos a alcanzar la estabilidad psíquica cuando tener éxito significa ser conformista y cumplir con el rol que nos imponen los demás?

¿Cuáles eran tus sueños? ¿En qué momento los abandonaste?

¿Cuáles son tus auténticos deseos? ¿Qué tenías planeado hacer con tu vida? ¿Lo has olvidado? 

No podemos culpar a la sociedad de todos nuestros conflictos. Quizás es cierto: a las mujeres se nos exige demasiado. Pero ¿por qué hacemos caso de esas voces externas? 

Reflexiona: ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por ti misma, porque te apetecía? 

¿Acaso no eres tú misma quien se empeña en ajustarse a ese patrón de la Mujer 10 que otros, quizá los publicistas, han definido? 

¿Sientes que tienes que ser perfecta para ser querida por los demás? 

¿Has olvidado ya cuáles son tus deseos? ¿Cuándo vas a darte permiso para disfrutar de los pequeños placeres que la vida te presenta? 

Según revela el estudio de la Fundación “La Caixa”, Las mujeres jóvenes en España, las españolas entre 25 y 35 años nos sentimos agobiadas por todas las metas que queremos alcanzar, y no estamos dispuestas a renunciar a nada: independencia económica, familia, hijos, viajar, promoción laboral... 

Pero no caigamos en la trampa de las etiquetas. ¿Qué tal si nos olvidamos de lo que quiere nuestra generación y nos planteamos qué queremos cada una de nosotras? 

Silvia Adela Kohan, autora de 25 maneras de disfrutar siendo una treintañera (Debolsillo), asegura que toda mujer puede ser tan maravillosa como quiera si se da cuenta y encuentra su propia manera de ser feliz. La escritora propone que «vivamos el momento y nos lancemos a la búsqueda de fórmulas creativas para inventarnos una biografía propia». 

Se trata de mirar hacia atrás para averiguar quiénes somos, no repetir modelos que nos hayan impuesto y descubrir nuestros deseos más ocultos, enfrentándonos al inútil sentimiento de culpa. 

Y el psiquiatra Luis Rojas Marcos, autor de obras como Nuestra felicidad (Espasa Calpe), afirma que, a pesar de los mensajes que nos envía la sociedad, que idealizan la belleza, la juventud, la fuerza o la competitividad, la felicidad es algo mucho más íntimo, más personal y subjetivo. Vamos, que cada una tenemos que encontrar nuestro modo de disfrutar de la vida y quererte bien a ti misma. 

¿Estás dispuesta a descubrirlo? Recuerda lo que cantaba Serrat: «Hoy puede ser un gran día, dale una oportunidad».


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