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Fantasía o pesadilla

¡Qué cosas tiene la mente humana!Durante más de tres años he recibido las respuestas de hombres y mujeres anónimos que contaban sus fantasías y también sus "actividades eróticas", y, salvo algunas vivencias traumáticas, la mayor parte de lo que contaban tenía un efecto más que positivo en la libido de quienes las leemos.

"¿Cómo estáis?", nos preguntó Andreu Buenafuente en su programa al saber que llevábamos tanto tiempo liadas con este estudio. "Pues muy bien", le dijimos. Y no mentimos. Cada cual puede hacer suyas las fantasías de otros, dejar que formen parten de su imaginario erótico, porque hemos bebido de las mismas fuentes culturales para elaborarlo, e identificarse es muy fácil.

Sin embargo, me he dado cuenta de que eso suele suceder cuando las personas que desvelan sus secretos íntimos son anónimas, de lo contrario tales confesiones pueden tener un efecto inhibidor. ¿No os ha pasado nunca? Una pareja de amigos, a quienes apreciáis, se dedican a explicaros lo que hicieron la otra noche, y la imagen de sus cuerpos jugueteando os deja la libido por los suelos. Entonces, aquello que podría unirse al repertorio de fantasías eróticas se queda, en realidad, en el cajón de las pesadillas.

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