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Cómo se tocan las mujeres

Betty Dodson decía: «El sexo más consistente será la historia de amor que tengas contigo misma». ¿Y tú cómo te tocas? 

Cómo se masturban las mujeres y los talleres de Betty Dobson

Masturbación femenina: cuando el placer te lo regalas tú misma 

Has leído bien: «se tocan» es la expresión que he elegido esta vez para referirme a la masturbación porque es la que he oído con más frecuencia en películas y series para referirse a la masturbación femenina. Será que suena más sugerente que el tecnicismo «masturbación», sin llegar a la ordinariez de otras expresiones, no sé. 

Desde luego, sigue siendo un asunto más tabú que la masturbación masculina, y eso que la practican todas las mujeres que me han escrito relatando sus experiencias sexuales, tengan pareja o no la tengan. 

Aquí dejo un ejemplo: 

«Y mientras llega el amante ideal no estoy a dos velas —¡precisamente!—, porque mi cuerpo me pertenece y si alguien lo conoce bien soy yo. No tener pareja no forzosamente implica no tener sexualidad. He aprendido a explorar por mí misma el territorio —bueno, aprendí hace tantos años que ni me acuerdo— y con imaginación e ingenio la verdad es que me lo paso en grande. 

Esto es muy íntimo, pero si me guardáis el secreto os lo cuento: utilizo una vela. Es ideal, no te imaginas cuánto. Uso una de esas velas blancas que tienen un tamaño y grosor afín a la medida estándar de un pene, así a ojo. Enfundo la vela en un preservativo y le hago un nudo para que no salga. Y ya está. Es perfecta. Ni muy grande ni muy pequeña, manejable y lo más increíble: ¡adaptable! Sí, sí. Con el calorcito de mi cuerpo la vela se va redondeando y adquiere la forma apropiada. Después de su uso la lavo bien con agua y jabón y la guardo envuelta en una toallita. Con la vela, mis dedos y mis fantasías tengo suficiente para alcanzar unos diez orgasmos…» 

Como veis, en este caso incluye la penetración, la estimulación de las paredes vaginales. Pero no siempre es así. En realidad, sólo un 1,5% de las mujeres utilizan exclusivamente la inserción vaginal, frente al 87,5% que manipulan la vulva y el clítoris, bien con la mano o un vibrador (78,5%), con agua —el chorro de la ducha o las burbujas del jacuzzi— (2%), presionando los muslos (3%) o frotándose con un objeto blando (4%). El 11% restante alternan diferentes maneras. 

Las que utilizan la estimulación directa del clítoris suelen combinarla, también, con la introducción de los dedos, algún objeto o juguete sexual en la vagina. Esta confidente comenta que, además de la vela, utiliza sus dedos, probablemente para acariciar los labios más íntimos y la zona del entorno. 

Betty Dodson, la maestra de la masturbación femenina 

Betty Dodson, una de las pioneras del movimiento feminista pro-sexo, nos ha dejado hace poco, a los 91 años de edad. Betty organizaba talleres de masturbación para mujeres en Estados Unidos. 

Cuando comenzó a montar estos talleres causó toda una revolución, claro. Y tal vez pienses que fue así porque en los setenta la masturbación femenina era un tabú, y las mujeres no exploraban su cuerpo. Ni siquiera se atrevían a mirarse. Llegaban al taller de Betty Dodson y ella les entregaba un espejo, las invitaba a contemplar su vulva, a enfrentarse a sus miedos, a su rechazo, y a tocarse. 

Pues bien, los últimos estudios realizados al respecto demuestran que seguimos teniendo problemas para reconocer nuestras partes más íntimas y, sobre todo, para aceptarlas tal como son. De ahí que la operación estética de las vulvas sea tan demandada: las mujeres rechazan el aspecto de sus genitales cuando no se ajustan a un modelo determinado. 

No es suficiente con siliconarnos tetas, labios, culos y pómulos; con hacernos la liposucción, cortarnos de aquí y allá o estirarnos de todas partes. No, con eso no basta, también nuestros genitales tienen que resultar atractivos para sentirnos satisfechas. ¿Y cómo sabemos si lo son o no? La referencia, como no, está en las entrepiernas de las actrices y modelos de la industria pornográfica; todas ellas elegidas por hombres. ¡Otro trauma! 

A pesar de lo que se muestra en revistas y películas, los labios internos o menores grandes e irregulares son muy comunes (en dos tercios de las mujeres se proyectan fuera de los labios mayores). Pero tantas mujeres se horrorizaban al explorar sus vulvas y mirar por vez primera esa carne arrugada que cuelga, que no es de extrañar que la gran labor de Betty Dodson como educadora fuera enseñar a las mujeres cómo son los genitales femeninos, con sus múltiples formas y colores. 

En los seminarios, Betty Dodson también enseñaba algunas técnicas para ejercitar el suelo pélvico, utilizando la respiración y el movimiento con naturalidad: te colocas bocarriba, apoyas los pies en el suelo y abres las piernas. En esta postura, balanceas la pelvis hacia adelante. Al elevar las caderas, aprietas el suelo pélvico, y, después, inspiras. Y así, de forma repetida, para que la sangre se concentre en los genitales y aumente la excitación. 

Para realizar estos ejercicios, se puede incluir vibradores

Pero si tú tienes un método particular de masturbación que siempre te ha funcionado, ¡adelante con él! 

Lo importante es comprender que no existe una manera «correcta» o «adecuada» de masturbarse. Bueno, sí, aquella que más satisfaga a cada cual y que no tengan que acabar atendiéndote en urgencias; algo que el testimonio de antes evita protegiendo la vela con el preservativo, para que no se rompa en el interior. 

En el ebook Sex Confidential otras mujeres cuentan sobre el tocarse, sus fantasías eróticas y otros asuntos de su sexualidad. Y ahora puedes escucharlo en versión audiolibro AQUÍ.

*Imagen de cabecera: Fotografía de Juan Antonio Cortés 


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